"La pequeña habitación apenas había cambiado. Las paredes estaban tan blancas, el alfiletero tan duro y las sillas tan adornadas como siempre. Y sin embargo, el carácter de la habitación sí había cambiado. Estaba llena de una nueva personalidad, que parecía ocuparla independientemente de los libros, vestidos y lazos de colegiala y hasta del jarrón azul lleno de flores de manzano. Era como si todos los sueños de su ocupante hubieran tomado forma visible, aunque inmaterial, y hubieran tapizado la desnuda habitación con espléndidos y transparentes tejidos de arco iris y luz de luna."
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