viernes, 8 de noviembre de 2013

Tormenta de espadas (II)


"Amaba el mar. Le gustaba el olor penetrante y salado del aire y la inmensidad del horizonte infinito, limitado sólo por la bóveda de cielo azul que lo cubría. La hacía sentirse diminuta, pero también libre. Le gustaban los delfines que a veces nadaban junto a la Balerion, cortando la aguas como lanzas plateadas y los peces voladores que divisaban de vez en cuando. Hasta le gustaban los marinos, con todas sus canciones e historias. Una vez, en un viaje a Braavos, mientras contemplaba cómo la tripulación luchaba con una enorme vela verde al comienzo de una galerna, había llegado a pensar qué maravilloso sería ser marino."

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